¡Gracias, madre Lucía!

por | Ene 13, 2022

Hoy se ha ido al cielo una persona muy querida en nuestros colegios y obras por donde le tocó vivir… una mujer que dibuja de cuerpo entero el consejo de Claudina, nuestra santa Fundadora: “ama ser desconocida… tenida en nada… “
Evangélicamente vivió como Jesús: “pasó por la vida haciendo el bien…” y más: pasó por la vida, desapercibida y callada, haciendo el bien…

Esta persona es la querida Madre Lucía, religiosa de Jesús – María… Luchy, como le decíamos de cariño…
Las generaciones jóvenes tal vez no sepan que ella era el equivalente al wifi en el colegio… el internet no existía en nuestra infancia, ni los teléfonos inalámbricos, mucho menos los celulares, pero la madre Lucía era una veloz mensajera… se multiplicaba… estaba en todas partes entregando recados, avisos, tocando la campana, atendiendo a las “enfermas” escapadas de su salón a quienes curaba con bicarbonato… con pocas palabras, muy pocas letras, pero encarnando la bondad de Dios en su trato…

Aguantó vientos y tempestades en la portería… oficio nunca fácil en un colegio y ella resolvía diciendo “pues mire usted”…. Y se reía con mis compañeras que decían tener la vocación para meterse a la comunidad y hacer travesuras… ella personificó la inmediatez que hoy domina en la tecnología, pero en servicio veloz y diligente… en la comunidad, hacía congelados de mango, para tener todo el año… y otras cosas como su riquísimo tauch, mancuerna de la madre Ana … y uno se preguntaba ¿a qué hora hizo todo esto?

En Guachochi hacía conservas de durazno… y en el Claudina, en la comunidad, siempre estaba a punto el pan o la fruta, o guardado algún desorden que dejáramos por ahí… su frase: “¡hágame usted el favor” no era algo para hacer en su beneficio, sino algo para recibir de ella como servicio, cariño, delicadeza… sea un jugo, unas galletas, o algún detalle que hubiera preparado… o lo que quedaba en las cazuelas, nos lo repartía a cucharadas para no guardar poquitos en la nevera… sin preguntar, sonriente, hágame usted el favor…
Nunca fue directora, ni superiora, ni ecónoma, ni dio clases, pero dirigió muchas infancias hacia Jesús, con el apostolado de la escucha y la ternura, enseñó con su vida la paciencia y el silencio, administró magistralmente el tiempo que le rindió al máximo siempre sirviendo… ecuánime, equilibrada, madura, serena… muchas cualidades en una persona físicamente pequeña con un alma gigante… cada persona y cada religiosa que convivió con ella podría añadir algo a esta lista de cualidades y virtudes…

Hoy toca devolverla al creador, nuestro buen Padre Dios, al abrazo tierno de nuestra madre María, a quien amó e imitó diligentemente. Hoy ha sido llamada como sierva buena y fiel a gozar de Su Señor.

Hoy toca agradecer el regalo de su vida y pedirle a Dios que la tenga muy cerca suyo, en su corazón ¡HÁGAME USTED, SEÑOR, EL FAVOR!

¡Gracias madre Lucía, por tu vida, por tu ejemplo, por todo tu amor!

—Mau Achach RJM y exalumna del Colegio Mérida

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