“Ejercicios Espirituales: un tiempo de desintoxicación. Dios puede sorprenderte cuando te dejas en sus manos”

por | Feb 20, 2018

Por Middia Jose Carmenlle Doute NJM

En la puerta de entrada del estacionamiento de la casa de oración donde tuvimos el retiro, tenía una frase escrita que me llamó mucho la atención cuando la vi por primera vez, pero al pasar más de un mes viéndola cada día la he hecho vida, la podría tocar en la realidad de los Ejercicios Espirituales en mi relación con Dios en este tiempo, la frase es: “Dios habla en el silencio”. Ahora puedo decir que comprendo a qué silencio se refería, no se trata de no hablar, no mirar a mis compañeras, no hacer gestos para que Dios me hable, es ser capaz de escucharlo en medio de los ruidos, de las desolaciones, de los pecados, la incertidumbre, las dudas, del abandono y saber descubrir su mano atrás que te apoya motivándote a bajar, buscar este silencio dentro de ti para poder leer los signos e invitaciones que van surgiendo a lo largo de tu vida.

El mal espíritu no se alegra al verte tan acompañada por Dios. Es un tiempo donde se despiertan todos los demonios del pasado, del presente, increíblemente, también los del futuro. Es el tiempo de buscar la voluntad de Dios en tu vida, de estar abierta a sus invitaciones, de consolidar tu relación con él y ver con más claridad sus pasos. ¿Piensas que es tan fácil lograrlo sin resistirte, sin ser tentada, sin luchar? Ciertamente el mal espíritu está en alerta para sembrar confusión, desesperanza, ilusiones falsas, crisis, etc.

Dios nos pide permiso para estar, entrar y actuar en nuestra vida. Si cerramos la puerta de nuestro corazón ¿Cómo entraría? ¿Dónde encontraremos fuerza para seguir luchando? Es un privilegio hacer Ejercicios de mes, sobre todo en el noviciado, que te ofrece la posibilidad de sentir muy profundo el amor de Dios, un amor misericordioso y reparador que te hace reconciliarte contigo mismo, con tu historia, sana tus heridas al poder ver con otra mirada algunas experiencias de tu vida o re-significarlas. Todo eso es gracia y regalo de Dios.

Después de tantos meses de preparación en el noviciado y de participar en el “Humus[1]”, como también de muchos desprendimientos afectivos y materiales, pensé que estaba lista para empezar los Ejercicios. Al entrar el 21 de noviembre me di cuenta que me equivocaba, pues cada día tiene lo suyo: desolaciones, crisis y momentos de gran consolación que te sorprenden a ti misma donde te sientes amada, acogida, aceptada por Dios, tocada en lo más profundo de tu ser, disfrutando de esa paz que sólo él te puede regalar. A veces también es una tentación quedarte mirando “¡que bendición!” pero hay que seguir e ir más allá de un momento de consolación para poder disfrutar de las confirmaciones, invitaciones que Dios va haciéndote desde tu fragilidad y límites, desintoxicándome de lo que vivo diariamente para acercarme más a Él.

Los primeros días decía “que lindo estar en silencio”, a mediado de mes empecé a pensar “me estoy ahogando” al entrar en los momentos fuertes. Tenía ganas de escaparme, podía sentir los síntomas y comportamientos de una persona recién llegada a un centro de desintoxicación: temblor interno, desesperación y ganas de llenarme de cosas, de comida, escaparme en mis recuerdos etc. A los 20 días sentía que no tenía más fuerzas para luchar, sobre todo con las cosas que no dependían de mí. Cuando empecé a dar a Dios su lugar, al escucharlo, sentí esa tranquilidad, esa paz, que me llevó a abandonarme plenamente en Él, a crecer en la fe, esperanza, amor y en libertad. Dios me ha manifestado su amor en esta experiencia a través de las invitaciones y confirmaciones. Puedo ver sus huellas en los frutos adquiridos durante este tiempo en que sentí su presencia y su acompañamiento.

Quiero alabar a Dios por tantos regalos recibidos: purificar la imagen que tenía de Él, sentirme tan amada y perdonada, conocerme más a la luz de su mirada y por permitirme experimentar y descubrir su forma de actuar, su modo de proceder, ver su amor incondicional.

Gracias a ustedes: hermanas de la Congregación, familias, amigos, bienhechores por sus oraciones en este tiempo de Ejercicios Espirituales.

Que Dios los bendiga a cada uno y que su paz les acompañe siempre.

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