Claudina Thévenet, una mujer que luchó por los derechos de la mujer.

por | Mar 8, 2022

Empezaré pidiendo una disculpa a Claudina, por hablar de ella. No le gustaba que lo hicieran, sin embargo, hay cosas que no se pueden callar y menos en un día como hoy 8 de marzo, día de la mujer. En este escrito trataré brevemente cómo observo esto en su vida.

Organizó a mujeres y creó una institución enfocada apoyar a otras, sobre todo a niñas vulnerables. Hoy escuchamos cada vez con más frecuencia el concepto de sororidad, que es usado en los temas relacionados a los problemas de género como la lucha por la desigualdad. En la vida de Claudina podemos observar que ella decidió optar por la educación y tuvo que discernir la manera de ayudar en su contexto. Una sociedad frágil por las consecuencias de la revolución francesa. Ella vivía en Lyon la segunda ciudad más importante de Francia. En un país con tal escenario, podemos imaginar que las necesidades sobreabundaban y ella decide formar a mujeres. En esa época existían congregaciones que educaban varones, y ¿las mujeres? Ellas se encontraban frágiles con necesidades básicas que cubrir, Claudina, miró más allá de lo inmediato y paternalista; descubrió que adquirir un oficio era una buena manera de ayudarlas  y formarlas. Procuraba que a lo largo de su estancia en las providencias[1], generaran un patrimonio para que cuando fueran mayores de edad salieran con un ahorro que les permitiera empezar su vida independiente con más seguridad. Podríamos decir que fue pionera en economía justa y solidaria.

Se preocupaba por formar mujeres con ideales más justos, solidarios y cristianos.  En la providencia se vivía en comunidad, el oficio que procuró para sus niñas fue la elaboración de telas de seda. Claudina Thévenet, venía de una familia de comerciantes de telas y seguramente aprendió cómo moverse en ese ambiente. Durante su vida tuvo conflictos con otros comerciantes de seda porque la tela elaborada en comunidad con las niñas era de excelente calidad y lo vendía a precios justos y solidarios. Cosa que no agradó a sus competidores. Incluso llegaron a entrar a la providencia de Fourviére para buscar los telares y destruirlos porque incomodaba su actitud justa. Ella no solo educaba con sus palabras. Seguro fue un referente importante en las niñas que la observaban tomar decisiones y asumir las consecuencias.

Fue pionera en generar programas sociales, aún mucho antes de que la Iglesia comenzara a hablar de la Doctrina Social. Para Claudina las obras de misericordia iluminaban su quehacer cristiano. Éstas fueron tan determinantes en su vida, que en las primeras constituciones tenían que ver con el envío a la misión que las religiosas recibían. Aparecen enunciadas en la primera fórmula de votos que pronunciaron las religiosas de Jesús-María. Y su manera de educar es todo un programa social, ya que fue una contemplativa en la acción. Una de sus frases más empleadas fue: hay que buscar a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Él, quizá de ahí le nació su intuición de que si la vida piadosa no se concreta en acciones que reviertan en una sociedad, algo estaría incompleto.

Ella fue una mujer de fe, movida “por la angustia de ver abandonados a su desgracias a quienes viven en la ignorancia de Dios”.

Hoy 8 de marzo día de la mujer, recuerdo y celebro a una mujer que vio por otras mujeres. Cambió la historia de otras a través de una entrega generosa, sin hacer mucho ruido. Es poco conocida, pero a quienes la conocemos nos confronta su manera de vivir y nos reta a generar cambios estructurales en la vida de las personas, que es poco atractivo porque requiere de mucha paciencia, tiempo, dedicación y es difícil medir en “historias de éxito” como decimos hoy. Pero que impacta en la vida de mujeres, que a su vez, cambian desde el ámbito privado la vida de otras. No tuvo una vida protagónica, ni lo quiso para nosotras.

Pero ¿qué sería de nuestro mundo sin la entrega generosa de Claudina Thévenet?, una mujer feminista diríamos hoy, que fue valiente para crear un cambio en la sociedad expresando abiertamente su fe y educando en ella, en un contexto donde no era bien visto. Además de hablar de un Dios bueno que no solo era bueno sino seguía haciéndose presente así en medio de una sociedad violenta y secular.

Dos siglos después sigue siendo un referente femenino,  testimonio e inspiración como mujer  de grandes ideales, empoderada, sorora, movida por el amor, el perdón, la fe y la esperanza.

Claudina Thévenet hoy invitaría a seguir levantando la voz por la injusticia, pero a su estilo, sin violencia, con la revolución de las propuestas concretas que se materializan con la acción y la generación de programas sociales entre ellos la educación; que transforman. Ella nos retaría a hablar menos y actuar más.

Celina Segovia Sarlat RJM


 

[1] Las providencias fueron espacios educativos que fundó Claudina para formar mujeres con un oficio. En los que aprendían a usar telares de la seda para ganarse posteriormente la vida.

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