El tiempo de verano para nosotras, es un periodo de cambio y renovación, donde algunas nos mudamos de comunidad, obra y misión; para mí no ha sido la excepción, así han sido mis últimos meses.
Me considero una mujer rutinaria, que ama las cosas conocidas. Antes solía pensar: “nunca viviré fuera de la CDMX”, “jamás cambiaré de casa”, “siempre estaré en el mismo trabajo”; como pueden darse cuenta, amiga de los absolutos, pero en el momento en que Jesús me arrebató el corazón y me dijo: “ven y sígueme”, aprendí que los “nunca, siempre y jamás” no existen, porque todo es posible.
A lo largo de estos 9 años en la Congregación de Jesús-María, el Señor me ha invitado a abrir mi corazón a una diversidad de cosas nuevas que han ensanchado mi vida, también he conocido gente maravillosa que ha marcado mi historia, pero, sobre todo, aprendí que cuando se camina junto a Él, la incertidumbre, las dudas y todo aquello que puede agobiar la mente y el espíritu se esfuma.
Este verano me quedó con la invitación de dejarme maravillar por el Dios de las sorpresas, quién en cada paso y en cada esquina, nos está esperando para regalarnos algo día con día.
—Carmencita Sanabria RJM