“Treinta días a solas con Dios”

por | Ene 25, 2018

Por Carmen Sanabria NJM

Los ejercicios espirituales de mes son una experiencia que se vive en el noviciado, para ir a lo más profundo de uno mismo, conocer internamente a Jesús para hacer vida todo aquello a lo que te invita y para mi pensar en todo ese tiempo en silencio interior y exterior de encuentro con Dios, me llenaba de mucha ilusión, pero a su vez de incertidumbre y dudas. Tenía miedo, me embargaban preguntas tales como: ¿Y si no encuentro a Dios? ¿Si no lo se escuchar? Todo esto iba acompañado de una sensación de “desprendimiento” al aceptar que serían días sin saber de mi familia, amigos, personas que sin duda me acompañaban con su oración, pero que no podríamos platicar, ni compartir. Aún así me sentía con la confianza puesta en Dios y llevaba una frase grabada en mi corazón que una de mis hermanas de comunidad me dijo rumbo a mi destino: “Confía, Dios te ama tanto tanto que no te dañará” y eso me colmó de una inmensa paz, dejando de lado toda esa intranquilidad que llevaba interiormente.

Durante el camino aprendí a callar mi mente y corazón. Todo aquello que me agobiaba paso a un segundo plano cuando descubrí que no es una cuestión que dependía solo de mí, sino de dejarme acompañar por Dios, abrirme en disponibilidad, pero impulsada por su gracia, llevándome a encontrarlo en cada momento, escuchar su voluntad y aquellas mociones (invitaciones) que movían mi espíritu. Esto no hubiera sido posible sin estar alejada e incomunicada del exterior, difícil, pero necesario, algo que sin duda pude vivir con más tranquilidad, pues comprendí desde el corazón el sentido de este silencio donde se hizo presente Dios.

Esta experiencia dio a mi vida la oportunidad de abrirse, quitarme las sandalias y pisar tierra sagrada con el corazón, conocer a Dios desde Jesús, poderlo mirar, oír, palpar, gustar en cada momento de su vida, le dio un nuevo sentido a la mía y un matiz a mi vocación desde mi principio y fundamento.

El Señor me dio grandes regalos, poder mirarlo en mi vida mostrándome su historia de salvación en ella, reconocerlo como un Dios frágil y humano en Jesús lleno de amor inmenso por cada uno de sus hijos. Sin embargo hubo algo en especial que marcó esta experiencia y que guiará mi camino en la elección de vida que he hecho “la consigna” que me ha regalado “SE FRÁGIL Y VEN CONMIGO”. Esta frase me invita a tocar mi propia fragilidad para poder acoger la de otros y acompañarlos, caminando a su lado, sostenida de él, abriendo mi corazón a AMAR desde su misericordia y totalidad.

Esta experiencia fue única y confío en que será la guía que me marcará los pasos a seguir, no sólo en el noviciado, sino en mi camino como Religiosa de Jesús – María.

Doy gracias a Dios por todo lo recibido durante los ejercicios espirituales de mes. También me gustaría agradecer a las hermanas de la casa de oración y a las personas que trabajan en ella, pues me sentí muy acogida, acompañada y atendida en cada una de las necesidades que surgieron, sobre todo porque nos acompañaron con su silencio, modificando sus ritmos de trabajo, cuidando que no nos distrajera nada durante estos ejercicios.

Pido a Dios que bendiga a todos los que nos acompañaron con sus oraciones y los que de alguna u otra forma hicieron posible esta experiencia.

 

Entradas recientes

¡Síguenos!

Share This