«CroosRoads». Viacrucis JM

por | Abr 2, 2021

En esta Cuaresma 2021, siguiendo a Jesús en su Vía Crucis, continuamos tejiendo la urdimbre que nos une como una sola familia de JM.  “CrossRoads”, como su nombre indica, nos lleva a lugares de encuentro, lugares donde la luz y la oscuridad se encuentran, donde la fe y la incertidumbre coexisten, donde se dan las opciones y los compromisos. Las religiosas de Jesús-María, los compañeros en misión y los miembros de la AFJM, repartidos por todo el mundo, nos llevarán por sus caminos (Roads) y nos mostrarán dónde la Cruz (Cross) sigue estando hoy presente. Sus voces y testimonios nos invitan a situarnos ante el Crucificado y junto con nuestros hermanos y hermanas sufrientes preguntarnos qué camino seguir hoy…

Les invitamos a adentraros lenta y profundamente en el misterio de cada Estación con todos vuestros sentidos, dejándonos tocar y hablar por las imágenes, los sonidos y el silencio.

Primera estación: Jesús es condenado a muerte

Hoy, Jesús continúa siendo condenado a muerte en su pueblo. Un pueblo inocente que es marginado, rechazado y que permanece sin voz. Desde el punto de vista de los derechos humanos, los creyentes hindúes, cristianos, sijs, chiitas o ahmadíes sufren en todo Paquistán una gran discriminación religiosa, llegando a ser objeto de violencia. Son numerosos los acusados falsamente de blasfemia o de otros crímenes, llegando incluso a la muerte, por el simple hecho de pertenecer a una minoría religiosa.

En la actualidad, la mayoría de nuestros hermanos y hermanas cristianos viven en la indigencia, viéndose privados de lo mínimo necesario para vivir. La imposibilidad de acceder a buenos puestos de trabajo a pesar de estar bien formados imposibilita acabar con esta circular de pobreza. Cómo Religiosas de Jesús-María compartimos en Cristo el dolor y el sufrimiento de nuestro pueblo.

Segunda estación: Jesús carga con su Cruz

Hoy, Jesús continúa siendo condenado a muerte en su pueblo. Un pueblo inocente que es marginado, rechazado y que permanece sin voz. Desde el punto de vista de los derechos humanos, los creyentes hindúes, cristianos, sijs, chiitas o ahmadíes sufren en todo Paquistán una gran discriminación religiosa, llegando a ser objeto de violencia. Son numerosos los acusados falsamente de blasfemia o de otros crímenes, llegando incluso a la muerte, por el simple hecho de pertenecer a una minoría religiosa. En la actualidad, la mayoría de nuestros hermanos y hermanas cristianos viven en la indigencia, viéndose privados de lo mínimo necesario para vivir. La imposibilidad de acceder a buenos puestos de trabajo a pesar de estar bien formados imposibilita acabar con esta circular de pobreza. Cómo Religiosas de Jesús-María compartimos en Cristo el dolor y el sufrimiento de nuestro pueblo.

Tercera Estación: Jesús cae por primera vez

La meditación de la Tercera Estación nos lleva a pensar que la caída del Señor se asemeja a la situación en la que se encuentra el mundo en la actualidad y Gabón en particular. Hay varios elementos que ilustran estas observaciones:

  • La falta de supervisión de los padres empuja a los jóvenes a abandonarse a su suerte, la delincuencia juvenil.
  • El escaso valor concedido al sistema educativo, con aulas masificadas.
  • La degradación progresiva de la naturaleza y sus maravillas.
  • Sobre todo, en estos tiempos de COVID, debido al cierre de las iglesias, que son los lugares por excelencia donde los jóvenes aprenden valores, encontramos a un gran número de ellos siendo presas de la ociosidad y cayendo en la delincuencia, el robo, el alcoholismo o las drogas.

Cuarta Estación: Jesús encuentra a su madre

Es un desafío vivir y anunciar la fe en Uruguay ya que es un país laicista donde la religión queda recluida al ámbito privado. La condena a muerte de Jesús fue el producto de su subversión ante el orden político y religioso de la época. Cristo eligió su camino de radical entrega a la construcción del Reino. Muchos lo siguieron, pero muchos también lo quisieron callar. Aun así, sabiendo lo que le podía pasar, Jesús siguió adelante, enfrentándose a los poderosos, renovando la Ley y la Alianza. Esto lo llevó a la muerte. María debió haber sentido, desde el momento en que Jesús asumió su rol en la vida adulta, un enorme miedo. Quizás imaginaba el destino que le esperaba a su Hijo. Sin embargo, no se interpuso en su camino, porque en el fondo sentía que lo que Él hacía era lo correcto. Las madres y los padres estamos en cierta forma llamados a imitar a María: aceptar el camino que nuestros hijos elijan, más allá de lo doloroso que nos pueda resultar, cuando sentimos que ese es el camino. Varias preguntas me surgen de la contemplación de esta Cuarta Estación: ¿Cuánto de María hubo en Jesús? ¿Qué enseñanzas le dejó en su infancia que se reflejaron en su vida adulta? ¿Imaginó María el destino que le esperaba a su Hijo? ¿Seremos los padres de hoy capaces de aceptar y estar en paz con las decisiones de nuestros hijos, aun cuando sabemos que pueden hacerlos sufrir?

Quinta Estación: El Cireneo ayuda a Jesús con Cruz

Jesús, demasiado débil para llevar la Cruz es ayudado por el Cireneo, a quien le cambiaron los planes ese día. ¿No hemos experimentado a veces el deseo de huir ante una dificultad? Hoy, agradecemos a los innumerables cireneos de nuestro país, Timor del Este.

  • El hijo/a mayor de la familia, que sacrifica su educación por sus hermanos.
  • Los padres, que cargan con el peso de alimentar a su familia en esta difícil situación económica.
  • La profesora en las clases masificadas que debe enseñar sin los medios más elementales ni libros de texto.
  • Los médicos, enfermeras y cuidadores que luchan para atender al pueblo en unas condiciones insalubres.
  • Las chicas jóvenes que son obligadas a entregarse a sus tíos para mantener a sus familias.
  • Los niños forzados a trabajar para sostener a sus familias. Así es nuestro mundo y con el encuentro providencial con nuestros hermanos y hermanas sufrientes, nuestra fe se fortalece, nuestro amor es más profundo y nuestra esperanza revive.

Sexta Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús

La Verónica, una mujer corriente que valientemente salió de entre la multitud para limpiar el rostro de un hombre que sufría. ¿Quién sería hoy la Verónica? ¿Quién da un paso adelante entre la multitud? ¿Quién se da cuenta del sufrimiento y hace algo al respecto?
En nuestra sociedad, y sobre todo últimamente, a causa del Covid-19, muchos han perdido su trabajo y luchan diariamente para llegar a fin de mes. El colegio de Thornton se ha unido al banco de alimentos local, animando a las estudiantes a apoyarlo mediante la aportación de alimentos y productos de aseo.
Ya sea haciendo cajas regalo en Navidad para los niños que viven en la más absoluta pobreza en el otro lado del mundo; compartiendo un té con ancianos y personas que viven solas; haciendo paquetes de primera necesidad para las personas sin hogar; u ofreciendo ayuda a quien más lo necesite, donde hay una necesidad, hemos de acudir. Todos seguimos siendo llamados a ser la Verónica frente al sufrimiento actual. Nuestro pequeño grano de arena, por pequeño que sea, puede marcar la diferencia.

Séptima: Estación Jesús cae por segunda vez

El Líbano sabe perfectamente lo que significa caer. El 4 de agosto de 2020, Beirut cae bajo el peso de la cruz. Personalmente, he vivido esta experiencia al encontrar a personas heridas por la catástrofe. He tocado de cerca el dolor que nace de las heridas físicas, pero también morales, espirituales y materiales de los que han perdido a un miembro de su familia, los que han visto su hogar o su coche destruido o incendiado, los que han perdido todo. La caída ha sido dolorosa y, después de seis meses, aún no hemos podido superar el dolor, el miedo y la desesperanza. Oh, Jesús, enséñanos a levantarnos una vez más, del mismo modo que tú lo has hecho.

Octava estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

En el encuentro de Jesús con las mujeres de Jerusalén, descubrimos una inversión de lo que generalmente sucede. En ese encuentro, el que necesita consuelo es quien consuela; el débil es el que fortalece a otros.

Queridos amigos, a nuestro alrededor, siempre hay personas sumidas en el dolor y las lágrimas silenciosas, que necesitan de alguien que las consuele. ¿Son nuestros corazones lo suficientemente sensibles para descubrir a los hermanos y hermanas que cargan con tantos pesos, o estamos tan preocupados por nuestros problemas que nos volvemos insensibles a sus amargas lágrimas?

El amor pide que nos cuidemos unos a otros y que velemos por los demás. No tan lejos de nosotros, hay mujeres, niños y personas que sufren por las difíciles condiciones en las que viven. Jesús los ve y los consuela. Sin embargo, necesitamos de más consoladores. Tú también puedes consolar a alguien.

Pedimos a Dios que nos dé la gracia de responder a las necesidades de los demás, incluso cuando nuestros problemas nos preocupen demasiado. Que podamos consolar a otros de la misma manera que somos consolados por Dios. Amén.

Novena estación: Jesús cae por tercera vez

Jesús, tu caes por tercera vez subiendo al Calvario; nosotros caemos una, dos, diez veces al día. En nuestra comunidad también aparece la fatiga: nos encontramos cada vez más débiles, egoístas, tristes, desanimadas. Los jóvenes de nuestras obras educativas se van alejando de la fe cayendo en la droga y el alcohol. No viven el amor en plenitud. Jesús, tú te levantaste. Ayúdanos a hacer lo mismo. Nos aferramos a ti para retomar el camino y partir con nuestros jóvenes hacia la Pascua, la salvación y la luz.

Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras

Miro a mi gente y recuerdo a mis padres, recuerdo a mis abuelos… ¡la realidad no es diferente! Veo en mi vecindad a jóvenes sin sueños porque la realidad en la que vivimos no nos deja soñar. Son muchas las mujeres que lloran en silencio porque les han callado la voz, porque se les trata como objetos, olvidamos que son personas y que necesitan decidir por ellas mismas. Creemos que los niños son ingenuos, pero sabemos que esta realidad les afecta. A ellos también los despojamos de su inocencia, de su infancia, de un futuro con posibilidades… de buena formación. La realidad nos hace ver muchas cosas que nos despojan de nuestras ilusiones, de nuestros deseos más profundos. Pero la fe nos enseña que, a pesar de todo, junto a Dios… caminando con Jesús de Nazareth… nada es imposible.

Undécima estación: Jesús es clavado en la cruz

El pueblo en Filipinas sufre en estos momentos a causa de la pandemia del Covid-19; las calamidades naturales (terremotos, tifones e inundaciones); la pobreza; gente sin techo, sin comida y sin nada que ponerse; los asesinatos por culpa de las drogas; el tráfico de personas; el abandono escolar; la falta de libertad de expresión; las familias rotas y el desempleo. Todo ello, nos llama a seguir descubriendo en nuestra vida el rostro de Cristo, que no sólo sufrió en la cruz, sino que sigue sufriendo en cada uno de nuestros hermanos. María, a los pies de la cruz nos muestra su compasión y nos impulsa a ser apoyo para todos los que sufren.

Duodécima Estación: Jesús muere en la Cruz

Al contemplar la muerte de Jesús, contemplamos al Dios encarnado en la realidad, quién continúa entregando su vida y muriendo. La pobreza impide que los días de infancia de Mario, sean felices. No tiene a sus padres a su lado y a esa edad se hace cargo de sus dos hermanos. No estudia porque tiene que trabajar. Lustra calzados en la ciudad del El Alto. Sus jornadas están llenas de penurias, pasa frío y hambre. Una de cada tres mujeres sufre violencia física o sexual. El 2020 se registraron 113 feminicidios, 57 son menores de 18 años. El confinamiento nos muestra la vulnerabilidad de las víctimas – al tener que quedarse en casa junto a sus agresores, aquel lugar que debería ser de protección, resultó ser el lugar donde recibieron todo tipo de violencia. El sistema de salud es frágil y deficiente. La mortalidad infantil y materna es una de las más altas de la región. La pandemia nos revela un escenario desolador de hospitales en pésimas condiciones. Como Claudina, en medio de tantos signos de muerte, estamos llamados a sembrar vida y esperanza.

Decimotercera Estación: Jesús es bajado de la Cruz

El mayor acto de piedad realizado por José de Arimatea es bajar a Jesús de la cruz y ponerlo en brazos de su madre. También hoy existen muchos hermanos cuya tarea es “desclavar”, “descrucificar” a otros. En este tiempo y en nuestro país hay una tarea que es inaplazable: EDUCAR, FORMAR, dar razones a niños y jóvenes para encontrarle sentido a sus vidas. Así lo hicieron conmigo las Religiosas de Jesús–María; cuando parecía que lo único que me quedaba era formar parte de los grupos que lograban todo crucificando a otros como lo habían hecho conmigo, ellas me mostraron el camino enseñándome a leer el evangelio en la realidad de muchos jóvenes de nuestra ciudad. Ahí aprendí que yo podía bajarme de la cruz y ayudar a otros a “desclavarse” de una vida de abandono, de miseria y de facilismo siendo levadura, sal y luz allí donde me encontrara. Hoy más que nunca es actual y vigente el legado que nos dejó Santa Claudina: acercarnos a los otros con corazón de madre. Aún la ley debe ser ejercida con corazón de madre, pero con firmeza para formar hombres y mujeres íntegros que, conociendo su dignidad de hijos de Dios, reconozcan la de los otros y los traten como hermanos. Sólo así lograremos la fraternidad universal.

Decimocuarta Estación: Jesús es puesto en el sepulcro

Aquí en Haití, nosotros sabemos bien qué significa eso de “poner a Jesús en el sepulcro”, porque vivimos, bastante a menudo, un encuentro cara a cara con la muerte. Cuando se cierra la piedra que deja al Señor en la tumba, experimentamos que se acaba la vida, que la esperanza termina con Él. Y sí, nuestro día a día tiene mucho de fin, de sepulcro. No sólo las múltiples vidas que se pierden a causa de la violencia que cada vez es más fuerte en nuestro país; ni tampoco aquellas que fallecen ante la falta de acceso a atención sanitaria básica; ni los niños que no llegan a pronunciar una palabra antes de que pierdan la vida la porque no hay nada que llevarse a la boca… Nuestra esperanza también termina con las peleas políticas y las luchas de poder que nos dejan a nosotros de lado y en las que nuestra palabra, nuestro voto, no tiene valor. Sentimos que la piedra se cierra cuando, mirando al cielo, no vemos señales de que la lluvia vaya a llegar; y mientras tanto, nuestros cultivos, que son el sustento y el trabajo de todo el año, van pochándose sin que podamos hacer nada. Morimos cada vez que una niña deja la escuela para ponerse a trabajar; y estamos muertos en todas aquellas personas que nunca han tenido la oportunidad de ir al colegio, que no saben leer ni escribir.

Cada día experimentamos que muchas de nuestras esperanzas, de nuestros proyectos, son sepultados, como lo fue Jesús, detrás de esa piedra.

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